Al son de la Corvina Negra

El modelo productivo en la pesca industrial uruguaya  se ha centrado en la explotación de cuatro especies en particular: merluza (Merluccius hubbsi), corvina (Micropogonias furnieri), pescadilla (Cynoscion guatucupa) y calamar (Illex argentinus).

Para conocer un poco más sobre una de estas especies compartimos con ustedes una nota de El Timón publicada en octubre de 1996:

Al son de la Corvina Negra

Nuestro país puede enorgullecerse de contar en sus costas con la presencia de corvinas negras, cuyos pesos se han acercado en muchas ocasiones a los registrados como récords mundiales.

El nombre científico de la corvina negra es Pagonias Chromis. Su área de dispersión es muy grande. Se le encuentra en casi toda la costa Atlántica del continente americano, exceptuando las regiones frías de las que huye.
En invierno habita en las grandes profundidades, golfos y bahías cercanas al trópico.
Al comienzo del verano, los ejemplares menores, producto de la frezza anterior, aparecen en la costa. Tras ellos, vienen los ejemplares de dos a cinco años de edad para luego dar paso a los cardúmenes adultos.
Su aparición se produce de octubre a noviembre. A fines de temporada -marzo y abril- emigran y sólo quedan breve tiempo las miraguayas (o sea, las más viejitas) que, como es natural, se les encuentra en en reducido número y en zonas exclusivamente atlánticas.
«Tambera» en su niñez, «criolla» en su mocedad, «negra» como adulta y «miraguaya» en su vejez, con tales nombres se distingue a la guapa y luchadora corvina negra (…)
Sus tambores negros emiten un sonido bajo y sonoro que proviene de la vibración especial de una banda musical que agita regularmente, distendiéndola y soltándola contra su vejiga natatoria.
Con ellos, anuncia su presencia a los pescadores en los atardeceres de verano.
Pez de fondo, su alimentación es a base de crustáceos, langostinos, mariscos, moluscos, almejas, ostras y mejillones. Se la encuentra en fondos arenosos y fangosos, pedregales, etcétera, donde va en búsqueda de su alimento que absorbe y tritura. De labios muy gruesos, fuertes y aunque sin dientes en ellos, posee en su garganta una magnífica «dentadura» compuesta placas con las que destroza los mariscos y otros alimentos, triturándolos igual que la piedra de un molino muele los granos.
No siendo pez cazador, es lento y tranquilo en sus desplazamientos. (…)

Está probado que cuando una corvina negra se zafa de un anzuelo, atraviesa enloquecida el grupo de congéneres, las que van entre ellas, siguiendo la estela que aquélla levantó en su huida. No vuelven al mismo sitio hasta que se tranquilizan y olvidan el «problema».

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio